Han pasado poco menos de una semana desde que se conmemoraron los doscientos años de la Batalla de Junín; sin embargo, las celebraciones por este importante acontecimiento histórico fueron empañadas por múltiples hechos suscitados días previos a la ceremonia e incluso el mismo día que ésta se llevaba acabo.
Para empezar, los proyectos planeados por el Gobierno Regional de Junín para conmemorar esta fecha tan importante, no fueron ejecutados o de plano se quedaron a medio hacer, tal es el caso del del parque temático que se iba construir en la misma pampa de Chacamarca.
Esto produjo la indignación de los pobladores de Junín, que provocó que tomara la carretera central, además de las airadas protestas frente a la sede central del GORE Junín. Estas protestas también estaban dirigidas al gobierno central, y en especial a la presidenta Dina Boluarte. El Frente de Defensa de Junín, planteó un pliego de reclamos resumidos en siete puntos, los cuales apenas no fueron atendidos por ambos niveles de gobierno, quedándose solo en promesas.
Estas inacciones enardecieron más a los habitantes quienes unánimemente acordaron en no aceptar la visita a tierras juninenses de la presencia de Boluarte y Zósimo Cárdenas, el día central, 6 de agosto. Este último sí vino, pero en medio de abucheos. En reemplazo de Boluarte, estuvo el presidente del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén, además de un escaso número de ministros, congresistas y funcionarios de diversas instituciones.
La ceremonia por el Bicentenario se realizó bajo estrictas medidas de seguridad, con una escasa presencia de público en las tribunas, esto debido a que al grueso de la población se le negó el ingreso, produciéndose conatos con la policía. Tanto fue el nivel de exclusión, que se llevó a cabo un desfile paralelo al que se estaba realizando al frente del Monumento a los Vencedores de Junín, con instituciones que habían venido a participar y rendir homenaje a nuestros héroes.
Como se pudo apreciar, esta celebración se vio deslucida, sin ese fervor patriota, debido a esa penosa división entre la ciudadanía que reclamaba mayores atenciones, y un Estado frío e indiferente a las demandas sociales.
Como se sabe, en los albores de la Batalla de Junín, se produjeron traiciones, conspiraciones, incluso habían bandos de peruanos que peleaban entre los mismos peruanos afectos a los realistas; cada uno con sus propios intereses. Doscientos años después, pareciera que tal situación que no hay cambiado mucho. Es una lástima, pues se trataba del evento cívico militar más importante del año, y tenía que ser celebrado como tal, en unidad y jolgorio.